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jueves, 2 de agosto de 2012

NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES DE LA PORCIÚNCULA


El 2 de Agosto los franciscanos celebramos la Fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles de la Porciúncula y la Fiesta del Perdón de Asís, con la cual se obtiene indulgencia plenaria.
CÓMO SAN FRANCISCO PIDIÓ Y OBTUVO
LA INDULGENCIA DEL PERDÓN

S. Francisco era muy conocedor de las limitaciones humanas, de cómo el hombre quiere ser santo pero la vida de cada día, su propia ambición, le impide serlo. Sentía la necesidad de dar una nueva oportunidad a cada hombre para empezar de cero.

En una noche de oración, del año 1216, en la pequeña ermita a las afueras de Asís, llamada la Porciúncula, dedicada a la Virgen María, tuvo una visión: "Vio a Cristo acompañado de María y de una aureola triunfal de ángeles".

Cristo le invitó a que le pidiera la gracia que más útil juzgara para la salvación de los hombres, Francisco respondió así: "Santísimo Señor mío, yo miserable pecador te suplico concedas un perdón generoso de todas las culpas y la remisión completa de toda pena temporal a cuantos, arrepentidos y confesados, vengan a visitar esta iglesuela -.

Contesta Jesús: "Lo QUE PIDES ES COSA GRANDE; PERO DE MAYORES COSAS ERES MERECEDOR, Y TE SERÁN CONCEDIDAS. SE ACOGE TU PLEGARIA. PRESÉNTATE ANTE MI VICARIO EN LA TIERRA Y PÍDELE EN MI NOMBRE ESTA INDULGENCIA" .

Al alba, extasiado y radiante todavía, llamó a fray Maseo y le dijo: "Vamos a Perusa... que el Papa está allí, necesito hablar con él".

Honorio III, admirado y sorprendido, pregunta: ¿Para cuántos años deseas esta indulgencia?

--Padre Santo, no pido años, sino almas - respondió Francisco, declarando cuanto el Señor le había dicho.

- Pero se trata de un privilegio grande, jamás concedido.

.-Santidad - añade el Santo -, no soy yo quien pido esta gracia, sino Jesucristo que me remite a vos...

El Papa, impresionado, concedió la gracia, repitiendo tres veces: "En el nombre de Dios, os concedo para siempre esta indulgencia, que podrá ganarse cada año, en un día, de vísperas a vísperas". Y señalo el día: 2 de agosto, que para siempre quedó como fiesta de Nuestra señora de los Ángeles.

LA INDULGENCIA
Los pecados no sólo destruyen o lastiman la comunión con Dios, sino que también comprometen el equilibrio interior de la persona y su ordenada relación con las criaturas.

Para una curación total no sólo se necesita el arrepentimiento y el perdón de las culpas, sino también una reparación del desorden provocado, que normalmente sigue existiendo. En este empeño de purificación el penitente no está solo. Se encuentra inserto en un misterio de solidaridad en virtud del cual la santidad de Cristo y de los santos le ayuda también a él. Dios le comunica las gracias merecidas por otros con el inmenso valor de su existencia, a fin de hacer más rápida y eficaz su reparación.

La Iglesia siempre ha exhortado a los fieles a ofrecer oraciones, buenas obras y sufrimientos como intercesión por los

pecadores y sufragio por los difuntos. En los primeros siglos los obispos reducían a los penitentes la duración y el rigor de la penitencia pública por la intercesión de los testigos de la fe que sobrevivían a los suplicios. Progresivamente se ha acrecentado la conciencia de que el poder de atar y desatar recibido del Señor incluye la facultad de librar a los penitentes también de los residuos dejados por los pecados ya perdonados, aplicándoles los méritos de Cristo y de los santos, de modo que obtengan lograda de una ferviente caridad. Los pastores conceden tal beneficio a quien tiene las debidas disposiciones interiores y cumple algunos actos prescritos. Su intervención en el camino penitencial es la concesión de la indulgencia.

C.E.I. Catequismo de adultos, n. 710
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